El Miraísta se caracteriza por ser: solidario, porque cuida la dignidad del otro y se preocupa por la calidad de vida de los demás; justo, porque propende por las decisiones que velan por el interés general y el bien común; y deliberativo, porque las decisiones basadas en argumentos son fruto del diálogo y el consenso.
Esto hace del Miraísta una persona ÍNTEGRA, es decir, un buen ciudadano y un buen ser humano.
Todo lo que haga un Miraísta debe estar fundamentado claramente en los valores de la solidaridad, justicia, deliberación e integridad, porque nuestra ética es práctica, la vivimos, se puede demostrar con hechos.